Donald Trump es una marca.
De hecho, ha sido la misma marca durante décadas: un tipo rico con algunas prácticas empresariales muy cuestionables al que le gusta presumir de lo rico y exitoso que es.
La marca Trump ha sido consistente durante décadas, pero hay algo más.
Las personas que adoran la marca Trump no son sólo personas que tienen dinero o poder; también son personas que quieren ser ricas y poderosas, o al menos que se las asocie con esas cosas.
Trump es una marca.
Su marca es un estilo de vida asociado al lujo y la riqueza.
También se asocia con el poder y el éxito, dos cosas muy apreciadas en la cultura estadounidense, especialmente entre los hombres (y especialmente entre los hombres blancos).
El público en general ha llegado a asociar el nombre de Trump con estas cosas debido a sus numerosas apariciones en programas de televisión como The Apprentice y Celebrity Apprentice.
Sus aventuras empresariales; sus libros; y su vida personal, que incluye tres matrimonios, cinco hijos de esos matrimonios (incluido uno que ha llegado a presidente), dos divorcios (uno de los cuales fue carne de tabloide), múltiples presuntas agresiones sexuales contra mujeres a lo largo de los años, etcétera ad nauseum.
Su logo es en realidad lo más ofensivo de la marca Trump.
La marca Trump no es una marca de prestigio.
No es una marca aspiracional y, desde luego, no es una marca de lujo.
De hecho, lo único que hace reconocible el nombre de Trump es su asociación con la riqueza y el poder, lo que significa que tiene más en común con marcas como Walmart que con Gucci o Chanel.
En mi opinión (y sé que estás leyendo esto), ¡se parece más a Marlboro Man que a John Hancock!
El nombre “Trump” tiene cierto prestigio, pero también cierto nivel de esnobismo.
Aunque el nombre “Trump” tiene cierto prestigio, también conlleva un cierto nivel de esnobismo. Las personas que adoran la marca Trump no son sólo gente que tiene dinero o poder.
Son personas que quieren que se les asocie con el éxito y los logros.
La imagen de Donald Trump es la de la riqueza y el lujo.
Ha sabido vender tan bien esa imagen porque es cierta en muchos aspectos: es rico, vive en apartamentos de lujo (en Nueva York o Mar-a-Lago), viaja en jets privados (#jetlife).
Pero lo que le diferencia de otros famosos no es solo su riqueza, sino también su afán de superación, que continúa incluso después de haber sido elegido presidente de Estados Unidos.
La gente a la que le encanta la marca Trump no es sólo gente que tiene dinero o poder.
Las personas que adoran la marca Trump no son solo gente que tiene dinero o poder.
Muchos de ellos son gente normal, como tú y como yo.
Son padres y abuelos; son profesores, policías, bomberos… personas de toda condición que aprecian lo que Trump representa: el trabajo duro y los valores estadounidenses.
¿Y qué significa “valores americanos”? Significa no tener miedo a adoptar una postura firme contra lo políticamente correcto; significa estar orgulloso del pasado de nuestro país; significa creer en la libertad como un ideal por el que merece la pena luchar (aunque esa lucha sea a veces sucia).
Y tampoco se trata de una noción vaga: se traduce en políticas concretas como la reforma migratoria (que incluye la construcción de un muro) y la reforma sanitaria (que incluye la derogación del Obamacare).
La marca Trump ha sido consistente durante décadas
- Trump lleva décadas utilizando el mismo logotipo.
- El logotipo es muy sencillo, con sólo el nombre “Trump”.
- El tipo de letra es llamativo y reconocible.
- Se ha utilizado en todos sus productos, incluidos hoteles, restaurantes y líneas de ropa.
Conclusion
La marca Trump es interesante de analizar.
Lleva décadas existiendo y hoy en día sigue siendo fuerte.
De hecho, ¡hay más productos con el nombre Trump que nunca! Podemos ver por qué la gente adora tanto sus productos Trump: están hechos con materiales de alta calidad y duran para siempre (o hasta que alguien los destruye).
Pero también hay mucha gente que odia todo lo relacionado con esta marca porque creen que representa todo lo que está mal en los Estados Unidos de hoy: racismo, sexismo, homofobia… y la lista continúa.
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